En el corazón de la bulliciosa Puerta del Sol de Madrid, un resplandor característico ha iluminado las noches de la ciudad durante mucho tiempo. Este “faro urbano” no es otro que el Cartel del Tío Pepe.
El Cartel del Tío Pepe tiene sus orígenes en los años 50, en una época en que la publicidad de neón empezaba a ganar popularidad en el mundo. Fue entonces cuando la bodega González Byass decidió dar vida a su emblema, el Tío Pepe, que consistía en una botella de Jerez con una chaquetilla, sombrero cordobés y una guitarra, en forma de un cartel luminoso. Esta elección de publicidad en neón no solo fue innovadora en su momento, sino que también contribuyó a definir la identidad visual de la Puerta del Sol.
El protagonista del cartel, el Tío Pepe, es el producto estrella de la bodega González Byass. Este vino de jerez ha trascendido su estatus de simple bebida para convertirse en un emblema de la cultura vinícola española. La botella estilizada que brilla en el cartel representa no solo una marca, sino una tradición arraigada en siglos de maestría enológica.
El Cartel del Tío Pepe ha sido testigo de la evolución de Madrid a lo largo de los años. Desde acontecimientos históricos hasta cambios en la sociedad, su presencia ha marcado una constante en medio del flujo del tiempo.
A lo largo de los años, el destino del cartel ha estado sujeto a debate. Ha sido retirado y restaurado en varias ocasiones, lo que ha generado discusiones sobre la preservación del patrimonio urbano y la necesidad de adaptarse a los tiempos modernos. Sin embargo, su icónica presencia persiste.
En un entorno donde la modernidad parece imponerse, el Cartel del Tío Pepe sigue brillando con la misma intensidad. Es un recordatorio de que la tradición y la innovación pueden coexistir en perfecta armonía.